Hemisferios

Luis Echeverría Turres
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Un noble mural de mosaico -producto artístico del trabajo colaborativo recientemente ejercitado por un grupo de antofagastinas y antofagastinos- es cubierto por una monstruosa cenefa alusiva a la Copa América (un ejemplo a ultranza del marketing deportivo) en uno de los costados del Estadio Regional Calvo y Bascuñán.

Más allá de la molestia natural frente a la innegable falta de respeto de la acción, el impasse es una perfecta síntesis de cuán disociados están los dos “hemisferios cerebrales” de Antofagasta: en una simplificación extrema, las emociones y la expresividad (el derecho), del análisis y los razonamientos lógicos (el izquierdo).

El “cuerpo calloso” de nuestro encéfalo -estructura constituida por millones de fibras nerviosas que posibilitan la comunicación entre ambas zonas del cerebro- sencillamente dejó de estar operativo en nuestra ciudad.

El campo de los creativos “no funcionales” está en diálogo mudo con el de los tecnócratas en lo que respecta a la visualización de un espacio común mucho más amigable. Son tan escasos los ejemplos que casi por excepcionales se recuerdan: una serie de basureros diseñados por artistas buscando potenciar la conciencia ambiental en las calles de Antofagasta -idea del joven arquitecto Bastián Torres- es uno de los breves espacios en que utópicos y burócratas conjugaron esfuerzos. Es que el divorcio se negoció sin la oportunidad de instancias de mediación de por medio. Tal parece que el territorio no propicia establecer relaciones de poder simétricas. Calculistas sentados lejos de la mesa del café de los artistas. Triste, pero además un despropósito y un desaprovechamiento de las posibles sinergias y ventajas que dan como resultado los dominios colaborativos.

Y se puede, claro que se puede, pero las desconfianzas se suceden desde ambas veredas. Creativos dudando inflexiblemente de ingenieros, viendo en ellos visiones de mundo frías, desprovistas de sensibilidad, mientras estos últimos sólo pueden observar desorden, flojera y descuido del otro lado. El prejuicio a priori y campeando a sus anchas. Y en tanto, la planificación de ciudad se encapsula en visiones de Antofagasta que no cohabitan, pudiendo colaborar. La magnífica obra de Daan Roosegaarde es un decidor ejemplo de que la ciudad puede ser campo fértil para la cooperación de los dos “hemisferios”. Para este artista holandés su obsesión ha sido pensar y repensar la ciudad del futuro, pero en el aquí y el ahora. Acá tres ejemplos (publicados por la prensa recientemente) de los espacios colaborativos que ha propiciado entre artistas, diseñadores e ingenieros.

Autopista del Futuro: inspirado en las medusas (bioluminiscencia), ideó una pintura que absorbe energía solar y la libera brillando en la noche, con la cual se pintó una carretera, aumentando la seguridad y estimulando a la gente a interactuar.

Aire Sucio, Aire Limpio: integrando humanidad y tecnología, creó una burbuja que, bajo el principio de la electricidad estática, transforma el aire sucio en limpio.

Noche Estrellada: usando como referencia “La Noche Estrellada” de Van Gogh, proyectó una ciclovía solar hecha de piedras LED que se asemejan a las que se observan en el cielo de la pintura.

¿Imposible pensar así en Antofagasta? Sabemos que no es un tema de recursos, sino de la voluntad de quienes diseñan e implementan las políticas públicas (a nivel nacional, regional y comunal), a quienes, lamentablemente, muchas veces les cuesta operar con ambos hemisferios.

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