Crítica de cine por J.J. Durán: Si no despierto: La cara descafeinada del Día de la Marmota

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Si no despierto

Imagina que te queda un día de vida y lo sabes. Imagina que estás condenado a repetir las mismas tediosas horas en un pueblo montañoso, rodeado de bosques y lluvia brumosa. “Quizá para ustedes haya un mañana… o tal vez haya mil, o diez. Pero para algunos de nosotros… solo existe hoy”, confiesa Samantha, la joven protagonista del film ‘Si no despierto’ en un monólogo triste y apagado.
Y es que esta bella estudiante hasta hace poco se encontraba confortablemente enfundada en los lugares comunes del cine yanqui adolescente, en donde parecía tenerlo todo: besada por el chico guapo y popular, la “sincera” amistad de un grupo de amigas topísimas que dan la sensación de haber sido sacadas directamente desde una pasarela, y el cariño incondicional de una familia prototipo del sueño americano.
Pero la tragedia es una palabra que parece estar tatuada en el propio destino de Samantha, y ella no sabe por qué le tocó cargar con el peso de lo inevitable. ¿Cómo romper con la rutina de un día repetido hasta el infinito? ¿Cómo escapar a la muerte? O mejor dicho: ¿Cómo darle sentido a la vida?
Por ello no es casualidad que el profesor que aparece en la película les hablara a sus alumnos, entre los que se encontraba Samantha, del ‘Mito de Sísifo’: un atribulado personaje de la mitología griega condenado a empujar una roca gigante hasta la cima de una montaña, sólo para que volviese a caer rodando hasta el valle, desde donde debía recoger el peñasco y empujarlo nuevamente hasta la cumbre y así por toda la eternidad.
El problema es que el film se queda a mitad de camino entre la mera entretención y el intento de bucear por las complejidades del alma de un adolescente que busca su lugar en el mundo. Y si bien en esa repetición constante del mismo día, Samantha se va transformando en una mujer con conciencia social, ese cambio cae en la maqueta y lo que es peor, en lo políticamente correcto, en el cliché institucionalizado de lo que es ser un buen ciudadano. Es así que finalmente el mayor mérito de estos 99 minutos de película sea el soundtrack con mucho enganche pop.
Además, esta estructurada argumental no es original pues ya la habíamos visto en la genial ‘El Día de la Marmota’ con un Bill Murray en plena forma. Cinta en la que se revivía el mismo día una y otra vez, pero con desternillantes sorpresas. Y sí, algunos me debatirán que la película de Murray es una comedia y que por la naturaleza de ese género le fue más fácil enganchar y entretener al espectador que lo que pudo haber hecho este drama adolescente. No obstante ello, y siguiendo esta misma lógica argumental, ‘El Día de la Marmota’ regaló un abanico mayor de preguntas existencialistas y eso que se trató de una comedia veraniega en busca de la taquilla.

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